EROTISMO


EL BESO DE SAFO

Más pulidos que el mármol transparente,
más blancos que los blancos vellocinos,
se anudan los dos cuerpos femeninos
en un grupo escultórico y ardiente.

Ancas de cebra, escorzos de serpiente,
combas rotundas, senos colombinos,
una lumbre los labios purpurinos,
y las dos cabelleras un torrente.

En el vivo combate, los pezones
que se embisten, parecen dos pitones
trabados en eróticas pendencias,

y en medio de los muslos enlazados,
dos rosas de capullos inviolados
destilan y confunden sus esencias.


Efrén Rebolledo (México 1877-1929)

REBELIÓN



En toda la extensión de la América hispana
–América del Sur, Caribe, Golfo y Centro–
ya son cita segura cuyo histórico encuentro
se reviste de urgencia: su salvación humana.


San Martín y Bolívar ya tañen la campana
como un sol inmortal en el justo epicentro,
que habrá de resolver el triste desencuentro
de más de cinco siglos sin luz y sin mañana.

La hueste de la hispánica dolida estirpe late
como volcán hirviente. Las entrañas terrenas
han de salir quemando “como lengua de lava”,

para azuzar la lucha del más digno combate
y quebrar para siempre las malditas cadenas
de una tierra que sufre cinco siglos esclava.

miércoles, 2 de julio de 2014

DISVARIANDO





 Si la vida resplandece


más allá del espejismo

nace del romanticismo
la rosa que más florece.
Y se os columpia y mece,
a modo de verde hamaca,
mientras una ninfa saca
de azul pozo clara linfa,
y tú, imitando a la ninfa,
me mareas de albahaca.

Junio  2014

Anoche cuando tu plancha
planchó mi arruga modesta
mi ser pobre fue a la fiesta
con su sonrisa más ancha.
No exhibía ni una mancha
de mamoncillos traviesos,
pero –borrachos los huesos
de este erotismo sin prisa–
hoy vuelvo con mi camisa
toda manchada de besos.


¿Dónde andas, tafetán
de mi perdido pañuelo,
ese pedazo de un cielo
que se disfraza de holán?
¡Cuántas tristezas habrán
sus hilos, hoy, enjugado!;
en el corazón flechado
por un amor sin espina
se posa una golondrina
con olor a tu costado.

Tu grandor tiene de todo:
tanto tienes en tu medio
que eres el mejor remedio
para curarme a tu modo.
Donde aposento mi lodo
llegas como en linfa clara,
y si el cielo aun no llegara
a comprender mi quejido
tú me envuelves al latido
que mi invalidez ampara.

FELIPE VI Y LETICIA

Ojalá que el nuevo rey
rija con buena visión,
no la ley del corazón
que éste no sabe de ley.
Desde los días del buey,
de la mula y de la oveja,
si una mujer aconseja
siempre rige la justicia
por eso sé que Leticia
tiene que morir de vieja.



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